No acepto que México sea un país perdedor.

 

Me gusta ganar, me gusta pelear con inteligencia y con valentía contra mí mismo y contra los demás.

 

No acepto el papel de víctima. Esa es la excusa más triste y derrotista que puede haber.

 

No acepto que el pasado sea destino. Soy presente y soy futuro. El mundo se mueve y yo con él.

 

No acepto que seamos un país seguidor en lugar de un país líder. No acepto las excusas de que no somos Suiza, ni somos Suecia, ni somos no sé qué.

 

Si queremos Mexico de primer mundo pensemos en un México de primer mundo.

 

No acepto la pobreza, ni física, ni mental, ni emocional, ni espiritual.

 

No acepto que nadie quiera que sea diferente a lo que soy o quiero ser.

 

No acepto que nadie quiera quitarme lo mío. Ni mi propiedad, ni mi paz, ni mi voz, ni mi libertad. Ni lo tuyo, ni lo nuestro.

 

No acepto que nadie quiera definirme a su modo y sujetarme a su estilo.

 

No acepto el miedo. No acepto la cobardía ni el temor.

 

No acepto la estupidez y menos si está en el poder.

 

No acepto la corrupción y la ineptitud.

 

No acepto la violencia, ni la crueldad, ni la agresión; ni mía, ni ajena.

 

No acepto ser un país mal gobernado, por el partido que sea, por quien sea y con el sueño, ideología o excusa que sea.

 

No acepto ceder mi poder a nadie. No venero a nadie ni nunca lo haré.

 

No acepto la adulación ni en mí ni para mí, ni en los demás ni para los demás.

 

No acepto mentiras ni falsedades, ni propias ni ajenas.

 

No acepto a nadie por encima de mi libertad ni de la tuya.

 

¡No! ¡No! ¡No! Ese es mi derecho y no acepto ni aceptaré lo que por esencia, no debo ni voy a aceptar.

 

Santiago Roel R.