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Ojalá, en verdad, podamos entender la necesidad de construir un auténtico sistema liberal que nos garantice todas las libertades individuales sin excepción.

Desde marzo del 2019, el presidente Andrés Manuel López Obrador propuso el fin del neoliberalismo. Hoy recalca que el neoliberalismo creó pobreza y desigualdad y que, gracias a él, ha llegado a su fin.  

Mentira, para empezar, México no es un país liberal, es semi-liberal. Ocupa lugares medios en la tabla de libertades políticas y económicas y, por tanto, primeros lugares en corrupción, inseguridad y mal gobierno, mismas que se han incrementado con López.

En libertad económica hay 64 países con mayor libertad, por ende, con mejor nivel de desarrollo económico y social.

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En política es considerado una democracia electoral, pero no una democracia liberal. Nos falta mucho para ser un país que entienda, valore, reconozca y respete la libertad individual.

En resumen, avanzamos en libertades y desarrollo, pero mediocremente, como en el fútbol. Aun así, México pudo crecer y reducir la desigualdad hasta el 2018. Quien lo dude, lo invito a ver el Semáforo Social para entender lo que se había logrado y lo que se está perdiendo.

Consulta aquí el Semáforo Social 2021

El estado aun pesa demasiado en México y el gobierno es mucho más fuerte que su sociedad. El poder del Ejecutivo tiene demasiada gravedad. Prueba de ello es que López ha hecho lo que ha querido y eso ha desorbitado al país.

Si realmente fuésemos una democracia liberal, López no podría haber trastocado la vida económica, social y política del país como lo ha hecho. Una democracia fuerte se defiende de los perversos y de los incapaces. Nosotros no hemos podido hacerlo bien.

La corrupción no ha cedido, por el contrario, solo cambió de caras y de dueños. La inseguridad no ha bajado, seguimos siendo uno de los países con mayor criminalidad e impunidad; la Fiscalía General de la República está a la orden de los caprichos del presidente. Los delitos de crimen organizado, que son del gobierno federal, siguen intactos o al alza. El narcotráfico se ha metido en las elecciones amenazando, secuestrando y ejecutando candidatos, funcionarios, activistas y periodistas.

El presidente maneja el presupuesto como si fuera suyo. Se han cancelado programas sociales vitales y, en cambio, se han utilizado esos fondos con fines electorales y de promoción personal. El manejo de la pandemia es de los peores del mundo, por la ignorancia y tozudez del presidente.

Se han cancelado proyectos de inversión por capricho de López, se ha minimizado la competencia en materia energética, en general, se ha hostigado a la inversión privada.

Solo el mercado crea riqueza y López se ha peleado con él. La economía se ha desplomado como nunca lo había hecho. En estos 34 meses la pobreza y la desigualdad se han incrementado en casi todo el país. Lo dice el INEGI y CONEVAL. No hay otros datos, ni los habrá.

Peor aún, el presidente ha jugado incluso con el fuego de su reelección. Se siente el dueño del pasado, del presente y del futuro de México. Se dedica a dividir, a atacar y a confrontar a los ciudadanos para ser él el centro de atención. Yo, mi, me, conmigo, como niño de 3 años.

En resumen, la ignorancia del presidente, su ideología gagá y su ego infinito lleno de inseguridades han afectado el bienestar, la salud y la paz de todos los mexicanos.

Una parte de la oposición, de la sociedad y del propio sistema de gobierno han logrado frenar la embestida, pero no totalmente, el riesgo continúa.

Hoy es López, mañana será otro si no hacemos nada por fortalecer la democracia y las libertades. Ojalá, en verdad, podamos entender la necesidad de construir un auténtico sistema liberal que nos garantice todas las libertades individuales sin excepción. Un sistema a prueba de perversos, ingenuos y tontos en el poder; un sistema basado en el mercado, la competencia y la inteligencia colectiva, no en la estupidez individual.

Enfrentamos una prueba muy difícil, López no ha acabado con el liberalismo medio con el que contamos, pero esa es su intención y solo una sociedad libre y participativa puede frenarlo. Esa es la vacuna, hay que aplicarla.