Los aztecas sacrificaban a sus jóvenes guerreros para apaciguar a Huitzilopochtli, el dios del Sol nuevo. Así le daban vigor para continuar en su próximo ciclo de 52 años. Hoy, los mexicanos sacrifican a sus jóvenes y su bienestar por satisfacer a la DEA, la agencia anti-narcóticos de los EUA.

Este sacrificio de México le da vigor a la DEA, le da excusa para no aceptar su derrota en la guerra contra las drogas, para no atender el grave problema de adicciones en su país con estrategias de salud, le da presupuesto, le da razón de existir. 

México libra una batalla absurda. No tiene recursos ni capacidad para enfrentar al crímen organizado que el mismo estado mexicano crea con la prohibición. No hay país en el mundo que haya ganado esta guerra contra la oferta de las drogas, la DEA lo sabe pero lo niega. Si lo acepta, la misma DEA tendría que desaparecer.  Es corrupta porque nace de un planteamiento corrupto. 

Un sacrificio debe tener un sentido, un resultado final positivo. Pero la guerra contra las drogas no lo tiene. No bajan consumos, se incrementa la corrupción, se incrementa la violencia ¿Por qué insistimos? ¿Qué logramos con esta actitud sumisa y torpe? ¿Por qué queremos seguir matando a nuestros jóvenes? No encuentro respuesta.

Pero cuidado con culpar a los EUA de todos nuestros males. Si bien es cierto que el mercado de exportación es el más lucrativo y el más corruptor, el mercado nacional, el narco-menudeo, es el más violento. Además, poco logramos con tratar de hacerlos cambiar a ellos. Cada quien escoge sus propios sacrificios. 

¿Hemos llegado al punto de inflexión o aun requerimos más sacrificios para entenderlo? ¿Nos hacen falta más vidas de niños, mujeres y jóvenes?  Urge quitarle poder económico a nuestras mafias y la manera de hacerlo es regulando. Urge regular la marihuana recreativa y el cultivo de la amapola con fines médicos. ¿Por qué seguimos produciendo heroina para los adictos norteamericanos en lugar de hacer medicamentos para nuestros enfermos? 

 Si nosotros terminamos la guerra, se caen todos los argumentos de esta casa de naipes. ¿Acaso le gusta a México ser chivo expiatorio? ¿Por qué no pelea por sus propios intereses? 

Si los tiempos exigen sacrificios, hagamos los correcto. Sacrifiquemos nuestro prejuicios en el tema. Entendamos a la regulación como una estrategia formidable para reducir los daños. Dejemos de buscar excusas para no hacerlo. 

Sacrifiquemos nuestra sumisión a los EUA. ¿A qué le tenemos miedo? ¿Por qué seguimos cooperando con los EUA en este tema? 

Más importante aun, sacrifiquemos nuestros propios temeores. ¿Tememos ser líderes? ¿Estar en paz? ¿Ser innovadores? 

Sacrifiquemos temores, prejuicios y excusas, no la sangre de los mexicanos.